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FLUX

2 months ago

Una fábrica oscura y deteriorada, sumida en la humedad y el abandono. Hileras de androides rotos y sin vida cuelgan de cadenas y cables de diagnóstico, sus formas maltrechas suspendidas como reliquias de una era olvidada. Cada androide mira hacia adelante, con la cabeza gacha y las extremidades colgando flácidas, como si solo la gravedad los mantuviera en su lugar. Los androides son diversos: algunos humanoides con cuerpos delgados y piel sintética fragmentada, otros industriales con sistemas hidráulicos expuestos, placas oxidadas y componentes destrozados. A muchos les faltan extremidades, sus cables cuelgan sueltos, brillando tenues en la penumbra opresiva. Entre las filas, dos androides sobresalen: sus manos entrelazadas en un acto final de conexión antes de que sus células de energía mueran. Uno es humanoide, sus delicados rasgos agrietados y desgastados, su piel sintética desprendiéndose para revelar intrincadas estructuras oxidadas. El otro es industrial, más voluminoso, con placas más pesadas y articulaciones expuestas, su brazo apenas se sostiene por una maraña de cables. Sus manos entrelazadas emiten un tenue resplandor, parpadeando como brasas moribundas, el último vestigio de su existencia compartida. La fábrica está empapada de atmósfera. Una densa neblina y niebla se aferran a cada superficie, iluminada por el débil y parpadeante resplandor de las pantallas CRT defectuosas y los cables que chispean. Una tenue luz roja se derrama desde una lámpara de techo agrietada, proyectando sombras difusas en la habitación. Un leve y rítmico goteo resuena a través del espacio cavernoso, el sonido amplificado por el silencio opresivo. Un letrero parpadeante sobre las filas dice: "FUNDIÓN MULTIUSOS ANDROID ". Las paredes de la fundición están revestidas de maquinaria y paneles de control oxidados y obsoletos. Charcos de agua estancada se acumulan en el suelo, reflejando la tenue luz dispersa en patrones irregulares y rotos. El polvo y el humo se arremolinan en el aire, cortando los tenues rayos de luz que se filtran a través de las claraboyas destrozadas, oscurecidas aún más por la espesa neblina. Las sombras de cadenas colgantes y androides sin vida crean siluetas inquietantes en las paredes cubiertas de niebla. La atmósfera es sofocante y áspera, testimonio de la decadencia de la innovación. Los androides se yerguen como testigos silenciosos de una era pasada; sus cuerpos destrozados son un escalofriante reflejo de la arrogancia y el fracaso de sus creadores. Los dos, tomados de la mano, rodeados de hileras de máquinas en ruinas, permanecen como un símbolo silencioso e inquietante de conexión en medio de las ruinas.